miércoles, 15 de diciembre de 2010

Las políticas educativas a la luz del diagnóstico internacional

Las iniciativas de ley actuales apuntan a un sistema educativo que pasa de "bueno" a "muy bueno", y el chileno está recién en "adecuado". Lo que corresponde es establecer un estándar mínimo que asegure que nadie entra a la enseñanza sin unas capacidades aceptables.  
Cristián Cox 

Director del Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en
Educación (Ceppe), Universidad Católica.


Por segunda vez en cuatro años, la prueba internacional de resultados de aprendizaje más importante del mundo muestra que el sistema escolar de Chile mejora sus resultados en forma consistente en las tres áreas medidas (lectura, matemática y ciencias), y que la mejora afecta de modo marcado al grupo de alumnos de contextos más vulnerables, acortando la brecha que lo separa de los grupos altos.
Respecto de otros siete países de Latinoamérica que participaron en PISA 2009, Chile los aventaja a todos en lenguaje y ciencias, y comparte el primer lugar en matemática con Uruguay. En términos relativos a la OCDE, estamos a 40 puntos de su promedio (en el que hoy están países como Portugal, Inglaterra, Francia y Estados Unidos), distancia que equivale a lo que Chile avanzó en lenguaje desde el año 2000 y que PISA hace equivaler a un año de escolaridad.
El lado oscuro del espejo nos muestra que el 31% de nuestros alumnos de 15 años, luego de 10 años de escolaridad, no lee al nivel mínimo requerido para desempeñarse en forma adecuada en la sociedad (en 2000 era el 48%). En el grupo más vulnerable, esta cifra llega al 52%, proporción que en 2000 alcanzaba a casi tres cuartos del grupo.
Con estos claroscuros estamos lejos del desastre educativo que por años se ha escuchado en la arena pública, como también de la noción más benigna, pero igual de inadecuada, de estancamiento del sistema escolar. Este tiene un dinamismo en las dos direcciones buscadas por la sociedad y las políticas públicas desde inicios de los '90: calidad y equidad.
Por lo señalado es que el recién publicado informe McKinsey incluye a nuestro país entre los 20 casos estudiados. Éste distingue cómo las políticas educacionales varían según el nivel de funcionamiento del sistema escolar del caso, distinguiendo cuatro fases: pobre, adecuado, bueno, y muy bueno.
El estudio identifica que el sistema escolar chileno pasó en la década de 2000 de 'pobre' a 'adecuado'. La importancia de un diagnóstico preciso de cuál es la etapa en que entramos ahora y qué combinación de políticas le corresponde es crucial.
Desde esta perspectiva, el nuevo Informe McKinsey identifica una cuestión clave: el énfasis de las políticas varía de acuerdo con el nivel de funcionamiento del sistema escolar de que se trate. En todas las regiones del mundo con independencia de culturas e ideologías se requiere prescripción en las etapas iniciales de la trayectoria de mejoramiento para obtener que todos los establecimientos alcancen un umbral aceptable de calidad. En cambio, en los niveles superiores de funcionamiento, con una fuerza docente de calidad, lo que corresponde es "soltar amarras", pasando la iniciativa del logro de la excelencia a las unidades educativas y las capacidades de innovación de sus equipos directivos y sus docentes.
La iniciativa de ley orientada a atraer mejores candidatos a las carreras de educación y elevar la preparación de los mismos a través de un examen voluntario e incentivos económicos a los egresados de mejor rendimiento es de vital importancia, y no hay discusión sobre su norte: busca intervenir en el eslabón estratégico del sistema.
Sin embargo, lo hace interviniendo con incentivos a los mejores, un grupo reducido que terminará enseñando en los mejores establecimientos. Y no define la vara mínima de competencias bajo la cual no se puede ser digno de la fe pública para ser responsable del crecimiento de veinte o más generaciones de alumnos.
Se está operando, diría McKinsey, como si estuviéramos en la etapa de 'bueno' a 'muy bueno', cuando lo que corresponde es establecer un estándar mínimo que asegure que nadie entra a la enseñanza sin unas capacidades aceptables.
Esto apunta directo a que en el mediano plazo podamos reducir a su mínima expresión ese tercio de nuestros alumnos que no estamos equipando para la vida contemporánea.

1 comentario:

  1. Si bien Chile avanza, aun hay mucho que hacer en materia de educación.

    Valorar la profesión docente, es uno de los pasos que hay que dar.

    Son los profesores quienes tienen la responsabilidad de formar al futuro de Chile, por ello se necesitan a los mejores en esta carrera.
    ¿Por que los mejores puntajes eligen medicina, ingeniería o leyes?
    Existen muchos factores que desvalorizan la profesión docente.
    Es hora, volver a poner al profesor al centro de la sociedad y respetarlo.
    Si no partimos por solucionar los problemas de raíz que existen en nuestro país, no podremos empezar a compararnos con otros países, ya que veremos que nos falta mucho por hacer, y seguirán las diferencias y debilidades de chile frente al mundo en educación

    M. Amalia Rodríguez

    ResponderEliminar